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El hecho de conocer a los depredadores de las mariposas y polillas te será de gran ayuda para ver a tu jardín como una red viva, no como un mero escenario estático. Huevos, orugas, pupas y adultos alimentan a decenas de especies; todo el ciclo es natural y saludable porque mantiene poblaciones estables y convierte a la vegetación en proteína para otros animales.
Si quieres disfrutar de sus vuelos y, a la vez, apoyar la biodiversidad, conviene conocer a esos depredadores y las defensas que los lepidópteros han perfeccionado durante millones de años.
¿Quién se come a mariposas y polillas?
Lo cierto es que la lista es amplia y diversa. A escala microscópica actúan virus, bacterias y hongos; en el mundo de los insectos y arácnidos, la predación y el parasitismo son constantes; entre los vertebrados, aves y murciélagos son dos de los depredadores protagonistas, sin olvidar reptiles y anfibios. Pensar en “el depredador” como una única figura simplifica demasiado una realidad hecha de estrategias, horarios y microhábitats.

- Microbios y parasitoides: avispas bracónidas e icneumónidas que ponen huevos en orugas, pupas u huevos; moscas taquínidas que dejan larvas sobre la futura presa; patógenos que colapsan poblaciones en momentos de estrés.
- Artrópodos cazadores: arañas cangrejo camufladas en flores, tejedoras que capturan adultos en sus redes, mantis al acecho, hormigas oportunistas, avispas cazadoras que paralizan orugas, libélulas y moscas asesinas que derriban mariposas en vuelo.
- Vertebrados: aves insectívoras que patrullan bordes y claros, murciélagos que consumen polillas de noche, y anfibios y reptiles que aprovechan orugas y adultos posados.
Si revisas una flor con calma, es probable que detectes una araña cangrejo perfectamente mimetizada; su estrategia es dejar pasar polinizadores… y cazar cuando se confían.
Los depredadores de las mariposas y polillas por etapa del ciclo de vida
Para poder proteger a las mariposas y polillas sin romper la cadena trófica, tienes que echar un vistazo a su ciclo de vida. Cada una de las fases trae sus propios riesgos y, por tanto, oportunidades distintas para actuar con criterio.
En el caso de los huevos, predomina la parasitación; en las orugas el mayor peligro son los cazadores; las pulpas tampoco están a salvo; y los adultos cambian de amenazas según la hora del día. En realidad, comprender todas estas dinámicas te permite ajustar labores de jardín, riesgos y podas.
Huevos
Parecen protegidos por su tamaño y su ubicación, pero son objetivo de micro-avispas que los parasitan. También pueden ser consumidos por pequeñas hormigas o coleópteros si quedan expuestos. Muchas hembras eligen el envés de la hoja o fisuras de la planta para reducir estas pérdidas.
Larvas (orugas)
La fase de oruga concentra la mayor mortalidad. Aquí confluyen parasitoides (avispas, taquínidos), avispas cazadoras que los usan como alimento larvario, hormigas que los trasladan a sus nidos, y depredadores emboscadores como mantis y arañas. Entre los vertebrados, aves y anfibios incorporan orugas a su dieta, lo que transfiere energía vegetal (asimilada por la larva) a niveles tróficos superiores.
Si alguna vez has visto una pupa de la que emergen pequeñas avispas en lugar de una mariposa, estabas presenciando el final de una historia de parasitismo que empezó en la fase larvaria
Pupas (crisálidas y capullos)
La inmovilidad no garantiza seguridad. Parasitoides pueden completar su desarrollo dentro de la crisálida, y hormigas u otros oportunistas consumen capullos accesibles. Pese al camuflaje, una pupa visible en cortezas lisas o estructuras expuestas puede delatarse por su silueta.
Adultos
De día, mantis, arañas y libélulas capturan a las mariposas en floración o en vuelo. Al anochecer, muchas polillas pasan a la zona de caza de los murciélagos, que las localizan mediante ecolocación. Asimismo, ciertas moscas asesinas prefieren capturar individuos recién emergidos, cuando el endurecimiento alar aún no ha terminado.
Estrategias defensivas de mariposas y polillas

Frente a tanta presión, los las mariposas y polillas no son víctimas pasivas. Han evolucionado un repertorio defensivo que combina química, forma, color y conducta:
- Química: orugas que se alimentan de plantas con compuestos tóxicos pueden acumular esas sustancias, resultando desagradables para vertebrados. Algunas especies mantienen ese “mal sabor” en la fase adulta.
- Advertencia e imitación: los colores aposemáticos anuncian toxicidad; otras especies, inofensivas, imitan a las tóxicas para evitar ataques.
- Ilusiones visuales: ocelos que simulan ojos, colas que desvían mordiscos hacia un “falso frente” y patrones que rompen la silueta.
- Conducta: caídas instantáneas al sentir vibraciones, vuelos erráticos, dormideros grupales que diluyen el riesgo individual.
- Acústica: varias polillas nocturnas oyen la ecolocación de los murciélagos y algunas emiten ultrasonidos que confunden su “radar”. Es una carrera de contramedidas que ilustra la coevolución depredador–presa.
Si te fijas en las colas móviles de ciertos licénidos, verás cómo “engañan” la atención del atacante hacia el borde del ala en lugar de la cabeza.
El objetivo no es “eliminar depredadores”, sino favorecer un equilibrio diverso en el que las mariposas y polillas prosperen. En la práctica, tus decisiones sobre plantas, riego, poda y manejo de residuos terminarán haciendo la diferencia. Un jardín con estratos, refugios y floración escalonada sostiene a los adultos, mientras que las plantas hospedadoras alimentan a las orugas. Controlar la iluminación y evitar químicos innecesarios reduce impactos indirectos y respeta las interacciones naturales.
Polillas y mariposas Información acerca de insectos voladores